lunes, 21 de noviembre de 2016

Exclusión Social en Chile

Existen tres dimensiones fundamentales de la exclusión social:


·  La dimensión económica, que se refiere sobre todo a la satisfacción de necesidades, especialmente a través del empleo y los salarios.
·  La dimensión institucional, que se refiere a las instituciones-formales e informales-que regulan la vida social, y en nuestro caso el mercado del trabajo (instituciones de regulación de los contratos, de seguridad social, de capacitación, etc.).
·  La dimensión cultural, que se refiere a los valores y pautas de conducta que guían a los miembros de la sociedad, y en nuestro caso sobre todo frente al empleo.
Las tres dimensiones son distintas, pero tienden a vincularse y a potenciarse mutuamente. Así, por ejemplo, la exclusión del acceso al trabajo implica la posible exclusión de los beneficios de seguridad social y la pérdida paulatina de la “cultura” del trabajo.
Las nuevas formas de exclusión social, derivan de los dos grandes procesos recientes que han estado influyendo en forma determinante en el mercado laboral: la globalización económico-social y el nuevo rol del Estado.
·         La globalización, en el plano económico-social, que es el más directamente ligado al mercado del trabajo, los cambios tecnológicos son fundamentales y forman parte del proceso de globalización, pero éste va más allá de la tecnología.
Los trabajadores que logran apropiarse de las nuevas tecnologías (que en general son poco intensivas en mano de obra) pueden quedar socialmente incluidos, y los demás excluidos. Además que la globalización está generando una sociedad segmentada, con puestos de trabajo de buena calidad (estables, bien remunerados, con acceso a la seguridad social, con reconocimiento social, etc.) que benefician a un sector, frente a otro sector que se beneficie sólo marginalmente del progreso y logra acceder únicamente a empleos de baja calidad.
Cabe mencionar, que la globalización de la economía trae como consecuencia mayores relaciones con mercado externo muy cambiantes lo que incide la tendencia a flexibilizar el mercado laboral. Las empresas tratan de mantener el mínimo de trabajadores en la planta, con estabilidad y contrato indefinido; el resto de los trabajadores tiene empleos más o menos precario, generalmente dependen de un contratista. Esta falta de estabilidad en los empleos dificulta la capacitación profesional que es necesaria si consideramos la rapidez de los cambios tecnológicos. La ausencia de capacitación tiende a profundizar la exclusión social.
·         El nuevo rol del Estado, tiene también dimensiones relevantes en la exclusión laboral. La reducción del Estado empresario, el Estado productor de bienes y servicios, se ha expresado en la privatización de las empresas públicas. Este proceso, en el que hay empresas que todavía permanecen en manos del Estado, se tiende a disminuir el personal para mejorar la competitividad, generándose procesos de impresión/exclusión selectivos.
Por otra parte, el nuevo rol del Estado en el plano de la administración pública, tiende a combatir el “empleísmo”, ligado con frecuencia a compromisos político-partidista, así como moderniza la tecnología y la gestión, es decir, reducir al menos en términos relativos, los funcionarios de planta. Se produce así un proceso de exclusión laboral.
Paralelamente a la disminución del Estado empresario se refuerza y se legitima socialmente el Estado supervisor y regulador lo que puede contribuir a superar varias formas de exclusión social en el mercado del trabajo.

Este nuevo Estado a diferencia del Estado de Bienestar tiende también a impulsar nuevas formas de acceso a las políticas sociales (salud, seguridad social, seguro de desempleo) que implica una mayor contribución de los trabajadores (al menos los de ingresos medios) y un menor aporte de recursos públicos. Esto tiende a generar nuevas formas de inclusión y exclusión respecto a estos beneficios sociales.

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